Aprender de nuestros errores, para no volver a fracasar




KIRCHNERISMO, DE OFICIALISMO QUE IBA POR TODO A OPOSICION GOLPISTA...

"¡Macri, basura, vos sos la dictadura!"






El kircherismo es la versión fanática del peronismo populista.

El peronismo debe decidir  si continúa sometiéndose al kirchnerismo o se diferencia e ingresa al siglo XXI.

Muchos argentinos tienen el síndrome de Estocolmo: están seducidos y manipulados por un patrón del mal que los defrauda, castiga, confunde, maneja, roba y miente. Los compra y los vende.  

 Con Cambiemos nació una sociedad que ya no quiere vivir así, que quiere cambiar, cansada de volver atrás y repetir el mismo error una y otra vez. 


Hola gente, amigos y no tan amigos. Patricia Paltrow dejó su banquito en la Calle de la Pared y se vino a vivir conmigo a Buenos Aires. Cumplió su promesa. Dos días después que Mauricio ganó las elecciones, escuché el timbre, atendí el portero eléctrico, y la escuché... "flaquitogordito, bajá a abrirme, estoy cansada del avión, tengo tres valijas con mis cositas, tengo jet lag emocional y necesito dormir cucharita... Además no tengo pesos para el Taxi".  
Respecto a sus tres valijas, se refería a un poco de su ropa, que siempre compra en Bergdorf Goodman, en la Quinta Avenida, donde las zapatillas más baratas cuestan 495 dólares, a su lencería de Victoria Secret, sus aparatos (notebook, tablet, smartphone, todo Apple, Obvio), sus tres libros de cabecera (todos premios Nobel de economía dedicados por sus autores), su infaltable Chanel número 5 y no mucho más que eso. Total, siempre anda con un trajecito sastre cuando está en su oficina. O unas bermudas con sus habituales camisas blancas un poco desabotonadas y unas sandalias de cuero si es verano, o un jean con unas All Star gastadas si es invierno. No necesita más que eso para que los hombres se den vuelta al verla pasar, aquí o en New York. Aunque suele robarme mis camisas blancas para ir a dormir, claro, por eso no necesitó más valijas. Vino sencillita, fue un impulso, cuando decide algo quema las naves. 



El ascensor llegó, entramos a casa y me conmoví por esa mujer que siempre hace lo que siente, ya sea que compre bonitos o stocks en su banquito de Wall Street, vestirse o desvestirse, o decidir venirse a la Argentina para alegrarme la vida y hechizarme, como suele decir Macri cuando habla de su mujer, Juliana Awada, que además de primera dama es una Lady. (más lo quisiera Cricri, una pobre nueva rica). 

Obviamente, nos abrazamos y marcamos un nuevo récord, todo sea por el jet lag. Yo me emocioné, ella lagrimeó. 
Lo concreto es que ya está instalada en casa, ya no necesitamos hablar por skype o facetime o whatsapp. Su apuesta es que la Argentina será un país serio y normal y de hecho ya está haciendo research para lograr que su banco vuelva a operar en la Argentina, un país en que, de repente se abrió una ventana otra vez, una pequeña hendija a la esperanza y la alegría. 
Cuando me despierto ahora, lo primero que veo es a Paltrow peor que desnuda, con sus rulos rubios, sus ojos de colores y las camisas blancas que ya no son ni suyas ni mías, sino nuestras. En eso, al menos, Paltrow es socialista. 

Pero basta de Hollywood. Volvamos a la Argentina, un país en donde mucha gente que vivía amargada hasta hace un mes, de repente se ve menos crispada, con más ganas (y un poco de miedo) de estar alegre, vendiendo un optimismo un poco inseguro, aunque haciendo planes para el futuro, aunque todos acepten que lo que viene no será fácil, pero al menos sin mentiras, con reglas que empiezan a cumplirse, empezando por la Constitución y siguiendo por algunos de los 10 mandamientos (no robarás, no mentirás, no engañarás, no matarás...). 
Como lo cantaba John Lennon, "dirán que soy un soñador, pero no soy el único..." 


https://www.youtube.com/watch?v=DVg2EJvvlF8


I. Yo no me quiero ir (un peronista k)

Mauricio Macri asumió como Presidente el jueves 10 de diciembre, hace casi un mes, y a muchos ya les parece un siglo, no sólo por los problemas económicos, financieros, cambiarios, inflacionarios, políticos y sociales que el kirchnerismo le dejó, nos dejó, luego de 12 años de intentar, con escaso éxito, una supuesta revolución que se decía progresista pero terminó siendo conservadora. 
No fue más que un modelo populista basado en apropiarse del Estado, para aumentar la recaudación fiscal y el gasto público de manera salvaje, todo ello financiado con la máquina de emitir pesos sin valor e inflación creciente. 
El objetivo, además de otros usos "poco transparentes", fue usar esos papelitos de colores fabricados por Boudou Corporation, para comprar al peronismo y a parte de la oposición (gobernadores, legisladores, intendentes y funcionarios) para eternizarse en el poder. 

También, para comprar a los pobres (con asistencialismo y fútbol para todos). También, a parte de una clase media desilusionada de la vieja política (con planes de 12 o 18 cuotas, tarifas subsidiadas, celulares para todos, autos brasileños armados en la Argentina y la TV tinellizada, entre grosera y morbosa). Por último, a una parte de la clase alta, promoviendo empresas prebendiarias y no competitivas, asociadas o dependientes del Estado. A los nuevos ricos inventados por el kirchnerismo, además les tocaron viajes por el mundo en 12 o 18 cuotas sin interés, mientras se dedicaban a ahorrar en ladrillos para reinventar Puerto Madero y comprarse autos nuevos, nacionales o importados, los de la famosa alta gama. Todos creyeron así en la magia del crecimiento sin esfuerzo, sin trabajo, sin innovación. A eso lo llamaron década ganada, aunque buena parte del éxito se llame viento de cola internacional, boom de commodities, soja a 600 dólares e híperliquidez internacional. 

Y así, golpe a golpe, verso a verso, el kirchnerismo populista (nutrido del peronismo y otros amigos y no tan amigos) se quedó con el Estado, para luego comprarse a los argentinos de las diferentes clases sociales, a quienes les robaron 12 años de sus vidas sin que se dieran cuenta, entre otras cosas que se llevaron. Muchos de ellos, de hecho, aún no se dieron cuenta de todo lo que perdieron en la llamada década ganada. Sencillito.  

Mientras escribo, hace una hora Paltrow da vueltas en mi escritorio, vestida sólo con una camisa blanca que sacó de mi placard, descalza, para provocarme y convencerme que nos vayamos a pasear por San Isidro a portarnos mal, muy mal. "Apurate gordito, que es el primer día que sale el sol y hay aire en este país en que hasta se llevaron el aire, además de dejar una crisis energética de proporciones. Si te demorás mucho más, tendrás que hacerme respiración boca a boca. Sino, me vuelvo a la calle de la Pared...".


El Eje Venezuela, Brasil y la Argentina 
La década ganada con viento de cola global y boom del Estado

El modelo populista K no es nuevo, de hecho fue muy usado en el planeta en el siglo XX, adonde provocó guerras civiles, matanzas, convulsiones y guerras mundiales en que mandaban las ideologías, más que las ideas.
En el siglo XXI, America latina está produciendo una remake bastante menos exitosa, como dando la razón a aquella vieja frase de Carlos Marx escrita en el 18 Brumario: "la historia ocurre dos veces, la primera vez como tragedia y la segunda como farsa". Entre nosotros, el modelo populista fue rebautizado y se convirtió en el relato, según algún publicista "genial" seguramente muy estudioso de los 11 mandamientos de Goebbels para llegar al poder y conservarlo (vean en Google, si tienen dudas)... 

"Yo no me quiero ir...". 
¿Nicolás se cae de Maduro? 





  "Yo no me quiero ir...". 
¿Dilma y Brasil soportarán una depresión económica? 


Quienes dicen esto son además quienes hace menos de un mes le dejaron a Mauricio Macri y a los argentinos un país devastado, con alta inflación, sin reservas en el BCRA, precios relativos distorsionados, con alto desempleo y más altas pobreza e indigencia, sin estadísticas serias, peleado con la mayoría de los países del planeta y tantos hechos más que los argentinos descubren día a día. 
Ni hablar de un Estado Elefante (44% del país), impotente a la hora de brindar servicios. Más la corrupción. Más los ñoquis que dejaron en todas las reparticiones. Más un sistema político que deja al gobierno sin mayoría propia. 


El Kirchnerismo dando 
una clase de educación democrática, 
a dos días de asumir Mauricio Macri, 
elegido por mucho más de 50% de los argentinos

Pero pese a todos los excesos, o por culpa de ellos, perdieron, chicos, perdieron, muchachos K, digan lo que digan perdieron, y ahora les toca aceptar lo que votaron los argentinos por 4 años y ayudar al nuevo gobierno a que resuelva los problemas y desarme las minas antipersonales que nos dejaron regadas aquí y allá, una herencia maldita disfrazada de relato. Así que tendrán que ayudar en vez de poner palos en la rueda día a día, en un típico comportamiento peronista, que ya lo sufrió Raúl Alfonsín entre 1983 y 1989. Que luego sufrió la Alianza a partir de fines de 1999. Y que ahora le aplican a Mauricio Macri. Total, de los 32 años pasados desde la recuperación de la democracia, el peronismo (de derecha, de izquierda, populista o supuestamente progresista) gobernó cerca de 23 años. Sino lo hacen, se quedarán más solos de los que ya están. Pregunta del millón: ¿en que se diferencia un peronista de un kirchnerista?


II, La gran decisión: ¿los peronistas seguirán siendo manipulados por el kirchnerismo?

Yo creo que se están distanciando más rápido que despacio. Paltrow insiste que los argentinos estamos enfermos del Síndrome de Estocolmo.
Muchos han sido víçtimas, sin saberlo, del machismo de un "hombre golpeador", hombres y mujeres. Todos queriendo que alguien les resuelva los problemas, por las buenas o por las malas, no importa el precio, aunque nos cueste la dignidad.
Tan convencida está Patricia  de esto que quiere hacerme un golpe de Estado para correrme del escritorio y seguir escribiendo ella misma esta carta del ciberespacio, para lo cual utiliza esos recursos femeninos que maneja como nadie. Suele sostener que una buena parte del Peronismo se compone de hombres (y mujeres) prepotentes, machistas o feministas, manipuladores, sin escrúpulos, pero seductores y simpáticos, de esos que cuando te tienen, te maltratan, te castigan, te violentan, siempre con un discurso, un relato, que te convence de que no son tan malos. Y que al final ellos sí sabrán resolver los problemas. Y que los disculpes si te pegaron un poco, prometiendo que no lo harán más, con ese gesto simulado de "yo no fui" tan conocido entre esos supuestos machos argentinos a quienes los domingos pueden ver caminando por la calle escuchando un partido de fútbol, mientras sus mujeres los siguen unos pasos más atrás, con un nene en una mano y un cochecito con un bebé en la otra. 





Esto es lo más grave de los hombres golpeadores, insiste Paltrow... Que para que ellos puedan ganar, siempre tienen que haber personas dispuestas y hasta deseosas de perder, porque el juego es perverso y se queda con tu persona. 

¿Es el kirchnerismo como un hombre golpeador? O peor, ¿tiene razón Paltrow cuando describe a ese peronismo machista, prepotente, manipulador, aplaudidor, felpudo, ambiguo, de derecha, de izquierda o todo lo contrario?

Esa es la opción que enfrenta el peronismo hoy, en enero de 2016... Eso es lo discuten hoy, justamente hoy, los peronistas más honestos. ¿Apoyar por fin a un gobierno genuinamente democrático o seguir como hace años, décadas, demasiado tiempo? Pero para hacerlo, ellos también deberán aprender de sus errores y crecer, deberán de romper con el Patrón del Mal, esto es, el kirchnerismo...  

III, Para no volver atrás otra vez tendremos que aprender de nuestros errores y cambiar

Amigos y no tan amigos. Tengo el aliento en la nuca. Paltrow ya está vestida para matar y yo sigo frente a la pantalla mientras ella hace trampa, empieza apoyando sus labios en mi cuello, usa la excusa que tantas horas en la computadora nos hacen mal a la vista y a la espalda. Y me apura porque, dice, la vida es corta y quiere ir o a Puerto Madero o a San Isidro, a caminar antes que el mundo estalle por otro populista, como el idiota de Corea del Norte que ahora juega haciendo explotar bombas de hidrógeno, o por Donald Trump, que si sigue así amenaza con despedirnos a todos del planeta tierra y quedarse solito, como el Principito en el asteroide.Todos dicen que saben cómo cambiar el mundo, pero aquí va una respuesta mejor que la que se me ocurre a mí...




"Cuando era joven, quería cambiar el mundo. Descubrí que era difícil, así que intenté cambiar mi país. Cuando me di cuenta de que no podía cambiar mi país, empecé a concentrarme en mi pueblo. No pude cambiar mi pueblo y ya de adulto, intenté cambiar a mi familia. Tampoco lo conseguí. Ahora, ya de viejo, me he dado cuenta de que sólo puedo cambiarme a mi mismo. Y creo que si hace mucho tiempo hubiera empezado por cambiarme a mi mismo, podría haber tenido un impacto en mi familia. Mi familia y yo podríamos haber tenido un impacto en nuestro pueblo. Su impacto podría haber cambiando nuestro país y así podría haber cambiado el mundo”. 


Piensen en dos cosas. 
La primera, que así como el peronismo deberá definir si está con el fanatismo kirchnerista (volviendo al siglo XX) o apoyando al gobierno democrático que acaba de asumir (avanzando juntos hacia el siglo XXI), todos los argentinos debemos aprender de nuestra historia. Ya lo dije y ya lo saben. Desde los años '70 hasta aquí, nuestro país ha sufrido cinco crisis, si incluimos a esta que estamos viviendo hoy mismo. 

  • La de 1974/75, que terminó en el Rodrigazo originado por una explosión cambiaria/inflacionaria, con de dólar atrasado (anclado) que terminó en la guerra sucia, alta inflación, y finalmente el proceso militar. 
  • La de 1981, con la tablita de Martinez de Hoz, que también uso al dólar como ancla para evitar una explosión que culminó con Lorenzo Sigaut diciendo "el que apuesta al dólar pierde", lo que nos llevó a otra feroz devaluación que terminó en la guerra de Malvinas. 
  • La de 1989, adonde los intentos de manipular el dólar como ancla cambiario mediante el plan Primavera terminaron en la explosión del dólar aconsejado por Guido di Tella (que hablaba de dólar recontra alto), mientras el ministro radical Enrique Pugliese decía que "les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo", y la posterior híperinflación. 
  • La crisis de 2001/2002, detonada también por la muy demorada salida de la Convertibilidad y un dólar muy atrasado que, como siempre en la Argentina, terminó explotando en la devaluación que concretaron Eduardo Duhalde y Jorge Remes Lenicov.  
  • La crisis que le dejaron de regalo a Mauricio Macri, que se acumuló desde varios años atrás, en donde el kirchnerismo se negó a reconocer que había alta inflación (mintiendo con las estadísticas) y utilizando, otra vez, al dólar como ancla anti-inflacionaria hasta que, por primera vez en muchos años, la bomba fue desactivada por el nuevo gobierno, que terminó con el cepo para sincerar el nuevo atraso cambiario. En esta ocasión, pese a las dificultades heredadas, no hubo una explosión cruenta y la historia, por ahora, está abierta, aunque con un pronóstico favorable.   
Si queremos que el país cambie, cambiemos
Nosotros somos también responsables 

Con diferencias y parecidos, la economía argentina se ha resistido muchas veces a atacar las causas de la inflación con una política monetaria y fiscal seria y prudente, y una y otra vez, desde 1973, y más atrás en el tiempo también, el país ha elegido el camino "fácil" de utilizar al dólar como ancla anti-inflacionaria, lo que en cada oportunidad culminó de forma parecida. La resistencia simultánea de nuestro país a concretar una economía con cuentas fiscales y monetarias equilibradas y una política de ingresos consistente con esto ha generado, una y otra vez, explosiones cambiarias e inflacionarias. 

Esto se entronca con una visión mágica e infantil de la ciencia económica tan diferente a la que prevalece en 9 de cada 10 países del mundo, que enfrentan este tipo de problemas y los resuelven con seriedad. 
Pero muchos argentinos parecen creer que en el Macondo en que se ha convertido parte de América latina todo es posible, que se puede apostar a la inexistencia de la ley de gravedad y no morir en el intento, que se puede acusar de dictador a un Presidente recién elegido que apenas empezó a gobernar. 
Ello nos llevó una una y otra vez hacia ese populismo en donde gobernados y gobernantes se entremezclaron para escribir un nuevo relato e ignorar algo tan simple como la realidad. En gobiernos radicales y peronistas, en gobiernos democráticos o autoritarios. Todos han repetido este mismo error, o patrón. Unos se impusieron, golpearon, ganaron, compraron, y otros aceptaron, acataron, bajaron la cabeza, por temor, conveniencia o comodidad.

Es por estos hechos, que no son sólo técnicos, o económicos, sino también sociales y políticos, que los argentinos, todos los argentinos, tendremos de una vez por todas que aprender que no somos ni Gardel ni Fangio ni Maradona, que la magia no existe y los milagros no son frecuentes. La realidad no debe negarse nunca, para no chocar, una vez más más, con la misma piedra, como le ocurría a un Dios griego llamado Sísifo. 

Y esto nos lleva al punto central. Ha ganado las elecciones un frente llamado Cambiemos. Yo no creo en las casualidades. Quiero creer que nuestra sociedad ha percibido profundamente la decadencia de estas décadas, iniciada en 1930, con el primer golpe de Estado del Siglo XX (que incluso fuera refrendado por la Corte Suprema de entonces). 

¿Estamos en un final de época? ¿Está empezando otro ciclo histórico? Hay muchos expertos y pensadores que sospechan que sí. 
¿Cuáles son las condiciones para este cambio de época? 
La única posible: que crezcamos como personas y como sociedad y empecemos a advertir que no podemos seguir repitiendo la historia, una y otra vez. 




La condición se puede describir con pocas palabras: crecer y aprender. En ese momento, ni un segundo antes ni uno después, empezaremos a Cambiar. Sospecho que el momento no está lejos. Sino, Patricia Paltrow no hubiera dejado todo para venirse a vivir a la Argentina, dejando su banquito de la Calle de la Pared. 
Ahora me espera para irnos a pasear y tener un final feliz, un atardecer feliz en una ciudad convulsionada de un país que, en el último mes, ha deseado como nunca volver a confiar en sí mismo y en el gobierno que eligió legal legítimamente para los próximos 4 años, para que lo ayude a ingresar a ese nuevo cambio de época. 
Una más: los trenes no pasan todos los días, ni todos los meses. Es ahora o nunca.  



Hace un siglo que los espero, ¿vamos a Cambiar?


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Eso es todo, amigos y no tan amigos. Un abrazo y hasta la Victoria Secret.

El hombre electrónico
(políticamente incorrecto)
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